jueves, marzo 17, 2011

LIMONADA FRESCA PARA CORAZONES SEDIENTOS





Nada promueve más temor como la ignorancia de la misericordia. Y nada promueve más valentía que un claro entendimiento de la Gracia.
Max Lucado




Me sorprendí muchísimo al recibir su invitación. Había soñado con ese momento por largo tiempo. Aunque en lo más profundo de mi interior me sentía inadecuada y poco merecedora de tan valiosa oportunidad. Siempre tuve la duda de que talvez no habían estudiado a fondo mi caso y probablemente me habían convidado por error.

Días antes al gran evento, me ocupé de elaborar un recuento detallado de todas mis faltas. No quería ilusionarme, para luego desilusionarme. Estaba dispuesta a ir al banquete, pero no estaba dispuesta a participar, sin antes poner en claro algunas cosas.

El día llegó. Me vestí de acuerdo a la ocasión. Eso sí, traté de disfrazar los harapos que cubrían mi corazón, para evitar ser rechazada.

En la puerta fui recibida por el mayordomo, quien con una amable sonrisa pronunció las siguientes palabras, sin darme la oportunidad de exponer mi caso: El Señor te manda a decir, que eres la invitada de honor de la fiesta. No temas porque él quiere compensarte por tu pasado. Tú deuda está paga.

Realmente no entendía lo que estaba pasando, pero comencé a sentir un alivio en mi interior que en años no había experimentado. No solté mi expediente en ningún momento, por temor a perderlo, y entre sollozos rogué ver al Señor. El mayordomo, me explicó que no había necesidad de implorar, porque el Señor había solicitado verme.

Fui escoltada hasta un jardín y allí nos dejo solos. Me acerqué lentamente a un hermoso árbol de limón, donde él me esperaba. A medida que me acercaba, sentí un desprendimiento en mi interior muy fuerte. Eran mis harapos que liberaban mi corazón. El eco de sus palabras revelaba mi verdadera identidad. Ante sus ojos era amada y digna de honra. Tomó mi expediente y me dijo que mi deuda había sido pagada por él, a precio de sangre. ¡Sus palabras fueron limonada fresca para mi acalorado corazón! La revelación de su amor cambió el rumbo de mi existencia.

Dios quiere refrescarte en esta hermosa mañana y te dice:

Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado.
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?
Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.
Isaías 43:18-19 (NVI)


Feliz Semana,

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