viernes, septiembre 28, 2018

CADA LÁGRIMA ES TOMADA EN CUENTA


Detrás de cada mujer valiente y determinada hay circunstancias y heridas que intentaron destruirla, pero sobre todo una historia de Gracia que la hizo renacer.



Hay belleza en los lugares rotos de tu corazón. Hay belleza en tu imperfección.

Jesús usa vasijas rotas, no como su última opción, sino como su primera. Mira belleza en nuestra disfuncionalidad porque a través de ella nos abraza con su gracia, nos revela nuestro valor y nos corona de belleza y dignidad.

 Dicho en sus propias palabras: “Yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos.”

Eso no quiere decir que vamos a vivir como nos da la gana para poder experimentar el amor de Jesús. No, de ninguna manera. Pero Dios sabiendo nuestras limitaciones humanas creó un plan de salvación muchísimo antes de que nuestra falta de sabiduría nos hiciera tomar decisiones pobres y dolorosas.

Su plan es tan perfecto que Jesús decidió venir al mundo a través de un árbol genealógico de personas imperfectas, con pasado vergonzoso, para identificarse con nuestra carencia y fragilidad.


“Nada fomenta más valentía que una clara comprensión de la gracia, y nada fomenta más temor que la ignorancia de la misericordia”. – Max Lucado

 


Me parece fascinante pensar que cuando Jesús dijo que no vino a buscar a los que se creen justos era invitado de honor en un banquete lleno de pecadores con reputación cuestionable.

Pero su comentario no fue dirigido a ellos, sino a los líderes religiosos de la época, quienes cegados por su justicia propia y orgullo perdieron la oportunidad de sentarse a la mesa con el Hijo de Dios.

Amiga, Jesús no quiere que veas tus fracasos, debilidades y culpas como un obstáculo, sino como una oportunidad para que su amor y su gracia sobreabunden a través de las heridas más profundas de tu corazón.

Mientras la perfección hace alarde de sus supuestos logros, la gracia florece a través de la experiencia del fracaso, porque cada lágrima es tomada en cuenta.

Descansa tu mente y corazón en el Dios que no solo puede, sino que también quiere.

“Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús”. – I Timoteo 1:14 (NVI)

Amor y gracia,

Sandy

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