La cruz es la manifestación (expresión, evidencia) del desmesurado, exagerado, inagotable, ilimitado, perfecto, incalculable, interminable, eterno amor de Dios por nosotros.
Cuando todo estaba perdido, cuando no había esperanza, cuando la culpa y los remordimientos amenizaban mis momentos de oscuridad, cuando el temor dominaba mi entorno, viniste a mi encuentro.
“Estoy contigo. No temas”, me dijiste. Tu mirada leyó las heridas de mi alma y me sentí inadecuada, avergonzada por haberte decepcionado y por haberme decepcionado a mi misma.
“Soy un fracaso”, pensé. Pero al parecer percibiste mis pensamientos y te escuché claramente decir, “Consumado Es”. Para serte franca, nunca imaginé que esas dos palabras iban a alterar mi destino, de manera tan radical. En el lenguaje humano no existe el término adecuado con el cual pueda expresarte mi agradecimiento.
¡Es un privilegio que puedas descifrar mi corazón! Que puedas entenderme aunque no tenga fuerzas de articular palabras.
Me invitaste al Gólgota, pero mi carga era demasiado pesada y me era imposible caminar. Mis errores, mi vergüenza, mi culpa, me habían robado la capacidad de aferrarme al poder transformador de tu perdón. Me llevaste en tus brazos.
Al pie del madero, conocí la verdadera expresión de amor.
Al pie del madero, cubriste mi vergüenza, sanaste mis heridas y restauraste mi vida.
Al pie del madero, derribaste el muro que me impedía acercarme libremente al trono de tu gracia.
Al pie del madero, alteraste mi destino, llenándome de esperanza y dándome la capacidad de volver a soñar.
Al pie del madero, me revelaste tú exagerado, inagotable, ilimitado, perfecto, incalculable, interminable, eterno amor por mí.
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados. Isaías 53:5 (NTV)
Al pie del madero, tu preciosa sangre me limpia continuamente de mis impurezas y me vistes de amor y misericordia.
Feliz Semana