viernes, marzo 06, 2015

BATIDO DE ESPERANZA PARA CORAZONES DESESPERADOS



Foto: Xulcho Sakaraba - CC









Cuando entendí que mi insuficiencia es suficiente en las manos de Dios, me limpié las lágrimas y me di permiso para ser feliz.










Al anochecer, decidieron cruzar el Mar de Galilea, todo iba sobe ruedas—tranquilo, relajado y sin ninguna novedad. Como no tenían celulares, internet ni cuentas de Twitter, supongo que unos optaron por una siesta, mientras otros le hacían coro al capitán, para que se mantuviera alerta durante el trayecto.

Pero, a mitad de camino la cosa se puso interesante. Sorpresivamente,  se desató una tormenta con vientos huracanados. La barca fue víctima de la agresividad del viento y las olas, y todos entraron en pánico.  


Justo en el momento cuando te sientes cansada, abrumada y decidida a enganchar la toalla, calificas para un milagro de Dios.

 


En su momento de mayor vulnerabilidad, donde sobrevivir era la meta, Jesús se les apareció caminando sobre el agua y les dijo: “No tengan miedo que soy yo.”

No importa el tamaño de tu tormenta, la gravedad de tus circunstancias, la inestabilidad de tus emociones, la amargura de tus heridas, la demanda de tus razonamientos, el argumento de tus fracasos, la manipulación de tus miedos, ni la negligencia de tu montaña, Dios te dice exactamente lo mismo: “NO TEMAS SOY YO.”


Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?


 

-Jeremías 32:27


Las promesas de Dios no son un reto para sus hijos, sino un anuncio de esperanza de que lo que Él ha dicho, se cumplirá. Independientemente de nuestras circunstancias, independientemente de nuestro estado de ánimo e independientemente de las voces que compiten en nuestra cabeza, porque al fin de cuentas ¡Dios tiene la última palabra! Punto.

Dios es soberano—Autónomo, Rey, Señor, Majestuoso, Magnifico, Fuerte, Altísimo, Eterno, Todo Suficiente, Príncipe de Paz, Salvador…

No tengas miedo, que soy yo quien está contigo.

No tengas miedo, que soy yo quien levanta tu cabeza.

No tengas miedo, que soy yo quien sana tus heridas.

No tengas miedo, que soy yo quien cumple los anhelos de tu corazón.

No tengas miedo, que soy yo quien remueve las personas que intentan hacerte daño.

No tengas miedo, que soy yo quien restituye lo que te corresponde.

No tengas miedo, que soy yo quien te devuelve tu salud.

No tengas miedo, que soy yo quien hace prosperar todo lo que haces.


En vez de vergüenza mi hija recibirá doble porción, en vez de deshonra se regocijará en su herencia y su alegría será eterna.


 

-Isaías 61:7

 


Así que en medio de la tormenta se dispusieron a recibir a Jesús a bordo y en seguida—inmediatamente— la barca llegó a la orilla adonde se dirigían. (Ver Juan 6:21)

Ojo: Todo sucedió a mitad de camino, pero tan pronto recibieron a Jesús a bordo, inmediatamente llegaron a la orilla. 

Podemos llorar en la tormenta, desesperarnos en la tormenta, ponernos ansiosas en la tormenta, esperar lo peor en la tormenta, o secarnos las lágrimas y dejarlo entrar a nuestra barca, para así llegar, inmediatamente a la orilla, victoriosas, llenas de fe, esperanza, crecimiento y nuevos comienzos.


Feliz Semana,

Sandy