…Y cuando creo no merecerlo tu amor sale a mi encuentro, abrazándome
con tu gracia, mimándome con palabras de afirmación.
¡Jesús te ama
muchísimo más de lo que tu mente humana puede procesar!
Muchas veces,
hasta por instinto, tratamos de encajar a Dios en nuestra humanidad y asumimos
que su amor hacia nosotras está condicionado a nuestra buena conducta —si me
porto bien, me amas. Si me porto mal, te enojas conmigo y me das la espalda —.
¡Nada puede estar
más lejos de la realidad!
Dios no
solamente ama al mundo, Dios también te ama a ti, con todos tus defectos y
virtudes, con todos tus errores, con todos tus temores, con todas tus
debilidades.
Lo dejó muy
claro en la parábola de las cien ovejas —deja las noventa y nueve para buscarte
y traerte segura en sus brazos.
Fue preciso en
la historia del hijo pródigo — sale a tu encuentro, te viste de amor, justicia
y misericordia, y encima de eso, prepara una fiesta en tu honor.
¡Así de valiosa
y especial eres para Dios!
Nuestras piezas rotas nos fortalecen para convertirnos en vasijas aún más grandes y más fuertes.
– Debbie Macomber
La gracia rompe
con todos los protocolos sociales y nos sorprende en el pozo de nuestra miseria
con palabras de perdón, sanidad, restauración y nuevos comienzos.
Amiga, la gracia
no es para ser razonada. La gracia es para ser recibida.
Y como es
mediante la bondad de Dios, entonces no es por medio de buenas acciones. Pues,
en ese caso, la gracia de Dios no sería lo que realmente es: gratuita e
inmerecida. – Romanos 11:6 (NTV)
Amor y Gracia,
Sandy