viernes, diciembre 14, 2018

SOBRE LAS OLAS DE LA ADVERSIDAD


Podemos ver nuestras situaciones sin esperanza como un callejón sin salida o como una oportunidad de ser abrazadas por la gracia y la gloria de Dios.



Un hombre tenía como costumbre salir temprano cada mañana a caminar a la orilla de la playa. Un día, mientras contemplaba la salida del sol se acercó a conversar con el faro —protagonista de grandes tempestades, héroe de miles de embarcaciones, espectador de hermosos paisajes que representan la grandeza y la creatividad de Dios.

__ ¿Cuál es la magia?  ¿Cómo puedes mantenerte de pie todo el tiempo?

__ Amigo, no creo en magia ni en golpes de suerte. Creo en propósito, en destino y en la gracia de Dios.

Por mucho tiempo cuestioné mi valor, mi atractivo, mi importancia. Quise ser embarcación para conocer nuevos lugares, quise ser gaviota para volar alto y experimentar la libertad, pero todo mi esfuerzo fue en vano.


En medio de mi inconformidad y desesperación le pedí a Dios que cambiara mis circunstancias… estaba emocionalmente gastado, me sentía estancado y sin rumbo. Pero Dios me respondió revelándome mi identidad en Él —lo amado y valioso que soy ante sus ojos, independientemente de mis fracasos e imperfecciones. 


Me hizo entender que mis debilidades y mis áreas de mayor vulnerabilidad son terreno fértil para que su gracia y su poder se manifiesten en mi vida.


Al principio me costó mucho recibir sus demostraciones de amor y aceptación, pero ¿quién puede negarse? Sus palabras de paz y restauración conquistaron mis heridas más profundas, y a aún siguen haciendo eco en cada rincón de mi mente, de mi corazón y mis emociones.


Desde entonces, no pretendo ser lo que no soy, no me comparo con nadie ni pierdo la esperanza en medio de las tormentas que azotan mi vida. Mi propósito es estar aquí, a la orilla del mar, brillando.


 ¡Quien tiene a Dios lo tiene todo y mucho más!

Su gracia le da sentido a cada capítulo de mi historia y restituye cada una de mis lágrimas.


Amiga, al igual que el faro, nuestra oración no debería ser un cambio de circunstancias, sino una revelación fresca del amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, lo cual pone todo lo demás en la perspectiva correcta. 

Poco a poco, paso a paso… regando nuestra semilla de fe con sus promesas, creyendo por encima de lo que sentimos…cerquita de Jesús, llorando en su regazo, seguras en su abrazo.

 Y sin darnos cuenta llega el día donde las olas de la adversidad no intimidan tanto y terminan transformándose en la pista de baile donde es revelado nuestro propósito y nuestro destino.

¡Así de especial es Jesús con nosotras!

“… y convertiré el valle de la Aflicción en una puerta de esperanza”. – Oseas 2:15

Amor y gracia,

Sandy

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