viernes, enero 18, 2019

EN LA HAMACA DE DIOS


Cual girasol encantado con la sonrisa del sol tu gracia me sostiene con firmeza, bañándome en tu amor, sembrando belleza en cada herida y en cada recuerdo doloroso.



“¡El Dios que sostiene el universo sostiene mi vida!”

Fueron sus últimas palabras antes de cerrarle la puerta en las narices a unos visitantes indeseados, entre los que se encontraban el temor, la preocupación y la duda.
Diariamente hace lo mismo: con firmeza y determinación espanta a esos forasteros de su mente desde su lugar de reposo —su identidad en Dios— donde encuentra libertad, paz y propósito.

Por mucho tiempo fue marioneta de cuanto pensamiento aterrizaba en su cabeza; manipulada por cada historia de terror que el miedo le contaba, memorias que la avergonzaban, suposiciones que la ahogaban en un mar de ansiedad.

Pero todo cambio el día que su miseria fue interrumpida por el único con autoridad para hacerla verdaderamente libre, ¡Jesús! Ante su imponente presencia sus angustiadores no tuvieron más alternativa que implorar misericordia y salir corriendo como ratones cobardes. 

Con frecuencia la voz del desánimo habla más fuerte que el susurro y afirmación de Dios. ¡No pierdas el enfoque! Jesús siempre gana, Jesús siempre tiene la última palabra.

 

Sale a nuestro encuentro en nuestro momento más oscuro; nos sostiene cuando creemos que no hay esperanza; nos revela Su verdad en medio de nuestra confusión, nos abraza con su gracia cuando creemos no merecer su amor.

Y es precisamente cuando nos rendimos a esa aprobación que reta nuestro entendimiento que experimentamos libertad emocional, paz interior y valentía para seguir avanzando en fe. Recordando que su poder se hace fuerte en nuestra debilidad… poco a poco… paso a paso…creciendo a través del camino.

Amiga, no todo lo que vuela sobre nuestra cabeza está obligado a aterrizar en ella, y mucho menos si contradice la opinión de Dios y sus promesas.

Y a medida que permites que Su amor y Sus palabras de aliento sean la única verdad que gobierne tu mente y tu corazón, también podrás decirles a esos visitantes indeseados desde una posición de reposo y victoria:

¡El Dios que sostiene el universo, sostiene mi vida!

“…Ustedes se salvarán solo si regresan a mí y descansan en mí. En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza…” – Isaías 30:15

Amor y gracia,

Sandy