viernes, mayo 22, 2020

CRECIENDO EN FE



“No siempre siento su presencia. Pero las promesas de Dios no dependen de mis sentimientos; descansan en su carácter”. - She The Roar




Conozco esa mirada…

Déjame secar esas lágrimas… no te preocupes, no estás sola. Entiendo cómo te sientes, créeme que lo sé. Pero existe una realidad mayor que esa avalancha de emociones que te consume.

Aunque te sientas sola, no lo estás. Tus oraciones son escuchadas, tus lágrimas son tomadas en cuenta.

En este momento te sientes atrapada en un mar de imposibilidad, pero precisamente esa es la especialidad de nuestro Dios —abrir caminos en el desierto, ríos en lugares secos, puertas que nadie puede cerrar, y crear oportunidades que superan nuestras expectativas—.

¡Absurdo! Grita tu razonamiento, y esta es la mejor parte, porque la fe camina en vía contraria a lo que tiene sentido y se burla de lo que puedes percibir con tus ojos naturales.


“Hacer oraciones que asustan significa pedir por lo imposible y creer que puede suceder”.

 
– Lisa Bevere



Pero, ¡Dios no te trajo hasta aquí para abandonarte! Dios te trajo hasta aquí para cambiar tu perspectiva. Para enseñarte a bailar sobre las olas de la adversidad, no es en tus propias fuerzas, sino en Su soberanía, en Su amor y en Su gracia.

Amiga, muchas veces nuestras emociones hablan más alto que nuestra fe. No pierdas la calma, Dios tiene la última palabra. Valida tus sentimientos, pero no permitas que ellos decidan por ti.

No es cuestión de cómo te sientes, sino en quién tienes puesta tu confianza.  Dios es más grande que cualquier circunstancia que salga a tu encuentro. Dios te ama y te trajo hasta aquí para glorificarse en tu vida.

 ¡Créelo!

El camino de la fe no es el más transitado, pero es el más seguro. Dios no se ha olvidado de ti.

Descansa en su abrazo. Recibe su amor.

Ofrenda tu vulnerabilidad y tus dudas a Jesús.

Ora con la seguridad de que tu petición es escuchada por aquel que tiene el poder de transformar lo imposible en posible.

Poco a poco, un día a la vez…  regando tus semillas de fe con el reposo que solo encuentras en su compañía.

Dios te ama.

Dios te cuida.

Dios gana tus batallas.

Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha”.
 - Salmo 126: 5-6 (NTV)


Amor y Gracia,


Sandy