viernes, agosto 14, 2020

UN PASITO HOY, OTRO MAÑANA

 


Dios me ha dado la habilidad de elegir mi dialogo interno. De su mano, con su ayuda, con paciencia.

 


Me tocó crecer en una sociedad muy machista, donde el acoso era visto hasta cierto punto cultural. Menos mal que las cosas han cambiado. Eso espero.

Era muy común caminar por la calle y escuchar a un desubicado, a metros de distancia, muchas veces hasta del otro lado de la calle, tratando de llamar tu atención, vociferando piropos feos y fuera de lugar. ¡Qué desagradable!

Desde niñas aprendimos a hacerle resistencia a esa falta de respeto. Las instrucciones en casa eran más o menos así: no le hagas caso, sigue caminando segura y con cara seria.

Recuerdo vivamente caminar por el centro de la ciudad, tomada de la mano de mi mamá; mientras mis ojos vagaban en las vitrinas de las tiendas, ella apretaba un poquito más fuerte mi mano y me decía entre dientes: no le hagas caso. Yo sabía lo que venía, probablemente un grupito de hombres gritando disparates, pero no temía, porque ella estaba conmigo.

No sé, pero a mí me parece que muchas veces nuestros pensamientos tienen un gran parecido con esos hombres machistas que gritan groserías. Me explico:

Llegan sin avisar, dan su opinión sin que nadie se la pida y son bullosos. Es más, hay algunos que están equipados con surround system.

Una constante cantaleta que drena, asfixia y roba la paz.

¿Qué tipo de pensamientos ocupan tu cartelera mental estos días?

La respuesta a esta pregunta nos ayuda a comprender mejor los sentimientos y emociones que se cocinan en nuestro interior.


No todo lo que vuela sobre mi cabeza está obligado a aterrizar en ella. No todo lo que siento me debe controlar.

 

Puedo sentir miedo, más no permitir que el miedo me controle.

Mi vulnerabilidad no anula la fidelidad de Dios sobre mi vida.

Con frecuencia, nuestros sentimientos son más escandalosos que nuestra fe. Creo que no bebemos culparnos por ello. En cambio, constantemente debemos tomar la decisión de alinear nuestra perspectiva a la de Dios.

Un pasito a la vez…

Una promesa a la vez…

Un libro a la vez…

Una charla a la vez…

Habrá días mejores que otros.

La renovación de nuestros pensamientos no es una victoria de un día. Es una decisión diaria, y no necesariamente la más placentera.

Pero en medio de nuestras luchas internas, su susurro de gracia nos eleva a una  consciencia superior, donde podemos descansar nuestra mente y nuestro corazón en el regazo de aquel que nos dice:

“Con mis plumas te cubriré y con mis alas te daré refugio. Mis fieles promesas son tu armadura y protección”. -  Salmo 91:4

Amor y Gracia,

Sandy