viernes, enero 08, 2021

APRENDIENDO A RECIBIR

 


¡Cuándo recibes un regalo con gratitud, le das alegría a quién te lo dio!

-    Joseph Prince


 

¡Qué satisfacción cuando los demás aprecian los regalos que le hacemos!

Hace unos días recibí un correo de voz de una amiga, agradeciéndome por el regalito que le hice para Navidad —percibí una gratitud honesta—, hasta se fijó en el detalle del empaque, y eso me hizo sentir muy bien. A tal punto, que creo que estaba más feliz que ella.

Lamentablemente, no todas las experiencias son iguales.

¿Alguna vez has recibido o dado una de las siguientes respuestas?

¿Para qué te pusiste a eso?

¡Eso debió de costarte una fortuna!

¡Qué pena contigo! Yo no te compré nada.

¿Por qué nos cuesta tanto recibir?

Yo creo, que desde chiquitas nos programaron con la frase “es mejor dar que recibir”, a tal punto, que cuando alguien quiere honrarnos, en vez de ser agradecidas, casi de manera automática expresamos una humildad sazonada con culpabilidad.

Como dicen por ahí: sin querer, queriendo.

¿Será por eso que hacemos exactamente lo mismo con las bendiciones inmerecidas que felizmente Jesús nos regala? Aquellas que sabemos que no podemos ganar en nuestras propias fuerzas. Las que provienen exclusivamente de sus manos.


Generalmente, el paso de fe que Jesús espera de mí es, que acepte su gracia, suelte la carga y disfrute de su amor.

 

Es cierto, es mejor dar que recibir, pero para poder dar, primero debemos recibir, de lo contrario, no tendremos nada que dar.

Amiga, no limitemos la mano de Dios con nuestros miedos e inseguridades.

Jesús puede hacer muchísimo más de lo que puedas imaginar o pedir.

Le gusta verte bailar al ritmo de sus promesas.

Su corazón se llena de alegría cuando decides validar su Palabra por encima de la avalancha de pensamientos desalentadores que te invaden.

Pintas sonrisas en su rostro cuando le ofrendas tus culpas, recibes el regalo de su gracia y te refrescas en el rio de su misericordia.

¡Recibe con gratitud lo que Jesús te regala!

“ …  no reciban su gracia en vano. Porque él dice: «En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé». Les digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!” 

– 2 Corintios 6:1-2


Amor y Gracia,

Sandy



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