Pero es precisamente mi incapacidad de ayudarme a mí misma lo que abre paso a las ilimitadas posibilidades de mi Dios.
¿Cómo estoy?
¿Cómo me siento?
Creo importante hacernos estas preguntas y contestarlas honestamente. Recordemos que fe no es una negación de la realidad que estamos viviendo, sino un acto de reposo en aquel que nos ama y tiene control sobre todas las cosas —aunque a nuestras emociones les cuesten un poquito más de tiempo aprender la coreografía.
De pronto te pasa lo mismo que a mí en medio de esta pandemia —un día te sientes arriba y otro de bajada en una montaña rusa… un nudito en la garganta, un frio en el estómago, una tristeza inexplicable en el corazón.
Francamente, es muy normal sentirnos raras, como si fuéramos parte de una película de ficción.
A veces, cuando estoy esperando en fila, ya sea en el súper o en cualquier otro lugar, mi mente deambula en el hecho de que este asunto del Covid no es algo exclusivo del país donde vivo, sino de la bolita del mundo. Y en ese lleva y trae de razonamientos todo se ve frágil e inestable.
¡Gracias a Dios por la fe! El ancla segura del alma.
Cierto. Cambió la música, el baile y hasta el vestuario, pero Jesús no ha cambiado.
Él está más cerquita, nos entiende y valora la transparencia de nuestras emociones.
¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
Una oración orgánica siempre llega con agrado al corazón de Dios.
Jesús no anda buscando palabras ni sentimientos perfectos, sino la sencillez de un corazón agotado que no oculta su vulnerabilidad ni miedos.
Y justo en medio de esta amalgama de emociones, Jesús nos invita a refugiarnos en su abrazo, en su amor, en su fidelidad.
Él entiende que
lo que estamos viviendo es más grande que nosotros, pero no más grande que Él.
Así que podemos descansar en su regazo, seguras en sus brazos soberanos.
“No tengan miedo. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!
– Jesús
Podemos ser fuertes y vulnerables al mismo tiempo; confiar y llorar; ver el panorama nublado y aferrarnos a la esperanza de que los planes de Dios son buenos, que lo mejor está por llegar.
No somos de piedra, somos humanos. Jesús nos entiende, nos cuida y nos envuelve en su gracia.
¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
Sé honesta con tus sentimientos, sé honesta con Jesús. Ofréndale tus sentimientos encontrados y permite que su poder se haga fuerte en tu debilidad.
“Pues yo sé los
planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no
para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”.
– Jeremías 29:11
(NTV)
Amor y Gracia,
Sandy