Ser amable conmigo misma no es un simple acto de educación, es una digna demostración de autorespeto.
Solo Dios sabe lo que me ha tocado transitar. Miro el camino recorrido,
respiro, sonrío, se me hace un nudo en la garganta , me regalo un abrazo de
gracia.
Mis brazos forman un escudo de protección sobre mi pecho, uso mis manos
para darme palmaditas de admiración. He llegado hasta aquí, estoy conmigo, no
estoy sola.
“Lo estás haciendo mejor de lo que piensas”, me lo digo una vez, me
lo digo dos veces, me lo digo las veces que sean necesarias, hasta que sienta que
el poder transformador de mis palabras me calman, me centran, me plantan en la
senda del amor.
Hablarme bonito, hablar bien de mi, respetar mis tiempos y no exigirme más
de lo que puedo sostener, es una manera honesta de honrar el amor que se me ha
concedido, el amor que hace sonreír mi alma, el dulce amor de Dios.
Respiro, sonrío, se me hace un nudo en la garganta , me regalo un abrazo de
gracia.
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Amor y gracia,
Sandy