viernes, febrero 19, 2010

CADA ESTACION CUENTA


Si nos asomamos a la ventana de nuestro pasado y analizamos el trayecto recorrido, nos daremos cuenta de que al igual que el planeta tierra, nosotros también atravesamos por estaciones.

La primavera, considerada como la época más colorida del año. El verano sinónimo de sequía y aridez. El otoño, tiempo de cosecha. Cuando sentimos más fuerte el viento de Dios soplando a nuestro favor y el invierno, donde la tempestad toca a nuestra puerta, haciendo los días más cortos y las noches más largas.

El invierno es donde nuestra fe en Dios define la llegada de la primavera o el retrazo de la misma. Es donde somos probados y donde somos preparados para pasar a otro nivel de crecimiento espiritual.

¿Sabías que el crecimiento duele?, duele y mucho. Es en la aflicción, donde rendimos nuestras armas de autosuficiencia y donde nos encontramos cara a cara con el rostro de nuestro creador, confirmando una vez más que Él es nuestro único lugar seguro.

No importa la magnitud de tu problema y que tan alta sea la montaña que te toque escalar, decide de una vez por todas presentar todas tus peticiones a Dios. Derrama tus lágrimas ante los pies del maestro y mantén una actitud de agradecimiento. Sí, aún en medio del día más oscuro, siempre habrá algo porqué darle gracias a Dios.

Su paz que sobrepasa todo entendimiento guardará tu corazón y tus pensamientos, otorgándote la victoria, abriendo paso a la primavera.