jueves, enero 05, 2012

AUNQUE NO TENGA SENTIDO



Nuestra obediencia a Dios, nos posiciona en un lugar de sobreabundancia, en todas las áreas de nuestra vida, sin importar la gravedad de nuestras necesidades.




La fiesta estaba en su mejor momento; los novios radiantes de felicidad, los padres de la novia presumiendo la belleza de su hija , los padres del novio la elegancia de su hijo, las chicas solteras soñando despiertas con el día de su boda, algunos invitados bailando, y otros en su mesa esperando que el banquete sea servido.

En la cocina, el panorama era totalmente lo opuesto, los sirvientes andaban desesperados, corriendo de un lado para otro sin saber que hacer. La bebida se había terminado -una situación bochornosa para los novios. Para rematar, el encargado del evento andaba tranquilo y tropical, ajeno a todo lo que pasaba.

¿Mala planificación? Probablemente, pero por pura “Dioscidencia”, un invitado de lujo se encontraba entre los presentes, aunque para ellos era como cualquier otro.

Jesús se presentó en la cocina, y esta es mi versión de los hechos: Su llegada cautivó de tal manera a todos allí, que siguieron sus instrucciones sin cuestionamientos. Les ordenó llenar seis tinajas de agua, con capacidad para cien litros cada una y luego les dijo que sacaran una muestra, y se la dieran a probar al encargado del evento. Así lo hicieron…sin refunfuñar.

Cuando el encargado del evento degustó el agua convertida en vino, me imagino, que como buen catador, hizo girar la copa para apreciar su cuerpo y textura. Introdujo su nariz en la copa para percibir su aroma, y finalmente tomó un sorbo, haciendo girar el vino de un lado para otro y descubrir su sabor.

Fue tanta su sorpresa por la alta calidad del vino, que aprovechó la oportunidad para felicitar, en privado al novio, por tan fina selección. (Ver Juan 2:8-9)

¿Qué hubiera pasado si los sirvientes no hubieran seguido las instrucciones de Jesús? ¿Qué hubiera pasado, si el mozo se hubiera rehusado a darle a probar el agua al encargado del banquete? Simple: hubieran perdido la grandiosa oportunidad de ver el poder de Dios obrar a su favor, en sus propias narices.

La obediencia a Dios nos posiciona en un lugar de sobreabundancia ; pero para llegar ahí nos hace falta dar pasos de fe, que en la mayoría de los casos, son locura a nuestro sentido común.

Dios quiere convertir tu escases en abundancia, tu debilidad en fortaleza, tu tristeza en alegría, tu temor en valentía, tu incapacidad en habilidad, tu perdida en ganancia, tu fracaso en éxito, tu enfermedad en sanidad. Lo único que tiene que hacer es creer, no en ti, en tus fuerzas, ni en tus habilidades, sino en su palabra.

Serás en la mano del señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios! Isaías 62:3

La palabra de Dios no se cuestiona ; se obedece.

¡Feliz fin de semana!

Sandy

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