Si las uvas no se exprimen, no podemos degustar su deliciosa
esencia; sin el tueste del café, nos fuera imposible disfrutar de la bondad de
su sabor, y si la plancha no está caliente, las arrugas se quedan igualitas.
No todas las pruebas vienen de parte de Dios, pero
Dios usa todas las pruebas para encauzar nuestras vidas por el camino que nos
conduce a puerto seguro. Dios es experto en abrir sendas en el desierto y en
transformar la aridez de nuestra alma en manantiales de paz, valentía y
determinación.
Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.
Salmo
30:5b (NVI)
Cuando decides desarrollar la capacidad que
Dios te ha dado de ver más allá de tu rompecabezas…cuando decide confiar en Él
por encina de tus temores y flaquezas…cuando
te arriesgas a cruzar el rio de la adversidad con las piernas temblando de
miedo, pero con el corazón seguro de que el cumplimiento de sus promesas, están
al doblar de la esquina…cuando te dispones a ser feliz y usas tus energías para
cultivar la gratitud y no la queja…entonces y sólo entonces conquistarás la paz
y la alegría de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano,
Convertiré su duelo en gozo y los consolaré; transformaré su dolor en alegría.
Jeremías 31:13b (NVI)
Las pruebas expanden tu visión; te acercan a Dios;
fortalecen tus áreas de debilidad; te coronan de sabiduría; y sacan a la luz
talentos y virtudes de tu personalidad que nunca antes se habían manifestado.
Cuando tocamos fondo, levantarnos no es una opción.
¡Es un deber!