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El aplauso de Dios pesa más que la aprobación del
hombre, porque el de Dios dura toda la eternidad, pero el del hombre hasta que
tus debilidades quedan expuestas.
Si necesito la validación de lo que hago para saber
quien soy, el día que pierda mi empleo, cambie de empleo o me toque la jubilación, por lógica voy a perder mi
esencia en el proceso.
No eres lo que haces
Si mis pertenencias me hacen sentir importante,
entonces la persona que tiene menos que yo debe de ser menos importante, y la
que tiene más que yo, me hará sentir menos importante a mí.
Si preciso de mis posesiones para validar quien soy, entonces el día que no las tenga,
mi identidad se desvanecerá junto con ellas.
No eres lo que tienes
Si mis atributos físicos son la fuente de mi
seguridad y estima propia...ahí sí estoy fea pa’ la foto, porque la vejez
llegará aunque brinque y pataleé.
No eres tu imagen
Antes de que nacieras Dios tenía la melodía de tu
vida escrita. Su propósito es atraerte hacia Él, para que descubras el verdadero
significado de tu existencia.
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación…todos mis
días se estaban diseñado, aunque no existía uno solo de ellos. Salmo 139:16
(NVI)
En los brazos de tu creador recibes su amor; en su
sonrisa tu alegría; en su compañía tu paz; en sus manos su aplauso, en su
mirada su aprobación, y en su espejo tu identidad.
La intimidad con Dios nos hace disfrutar todo lo que
hacemos y nos hace valorar todo lo que tenemos –sea mucho o poco, sin necesidad de sacrificar
quienes realmente somos.
¡Te alabo porque soy una creación admirable! Salmo
139:14 (NVI)
¡Vive tu vida con propósito! ¡Eres un ser genial!
Feliz Semana,
Sandy