Foto: Shena Tschofen - Creative Commons |
Cuando rehúsas preocuparte y eliges descansar en el
trabajo finalizado de Jesús en la cruz, recibes la manifestación de tu
bendición. Recibes tu milagro.
– Joseph Prince
Quien no ha sido víctima de la vulnerabilidad de sus
emociones en algún punto de su vida, que se auto envíe un mensaje de texto que diga, “Soy de otro planeta”,
con el hashtag: #NiYoMismaMeLoCreo. Se vale sonreir...
Emociones…emociones…emociones… por momentos nos
hacen sentir que somos dueñas del mundo y que tenemos todo bajo control, y luego nos hacen sentir miserables y sin norte en la vida.
Todo puede estar marchando sobre ruedas, pero un simple
comentario o pensamiento fuera de lugar crea un tsunami de sentimientos que nos
amarga el día, nos alimenta de pesimismo y nos viste de desánimo, temor y mal
humor.
¿Alguna vez has sido protagonista de las siguientes
expresiones?
— ¡No
me soporto!
— ¡Quiero
un boleto de ida a la luna!
— Me
siento ansiosa... temerosa y con ganas de llorar.
— Siento
una tristeza y no puedo explicar con claridad la razón.
— A
veces siento que soy un fracaso.
— Me
siento estancada.
— Siento
que nadie me entiende.
Nuestras emociones son una radiografía casi exacta
de nuestras conversaciones y nuestros pensamientos, por eso debemos ser muy
cautelosas con lo que dejamos entrar en nuestras vidas.
La voz que ocupa el hit parade de tus pensamientos determina la calidad de las emociones que experimentas.
Es importante recordar que las emociones son un
regalo de Dios, sin ellas fuéramos puros androides aburridos y secos. Dios quiere relacionarse con nosotras, que
experimentemos su paz, su gozo e incluso la tristeza, de manera saludable y
equilibrada. Por eso nos equipó con dominio propio, para que no
vivamos como yo-yos —a la merced de
nuestro estado de ánimo—, sino en control de nuestros sentimientos.
No podemos prevenir que los pensamientos negativos
vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí que aterricen en nuestro corazón y se
conviertan en emociones tóxicas que nos controlen.
El antídoto perfecto para contrarrestar esos días
donde nuestras emociones amanecen despeinadas, es sintonizarnos en la
frecuencia de Dios. Donde su opinión es nuestra opinión, su palabra nuestra
autoridad final y sus promesas nuestro alimento, independientemente de nuestro estado
de ánimo —eventualmente nuestras emociones terminarán alineándose a nuestra fe
y a nuestra decisión de creerle a Dios.
Obviamente, esto no ocurre de un día para otro, es
una decisión que con disciplina y perseverancia nos llevará a un final feliz.
La palabra de Dios siempre nos lleva a puerto seguro.
Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó.
Salmo 40:2 (NTV)
Amiga, todas tenemos momentos donde somos tentadas a
rendirnos ante la vulnerabilidad de nuestras emociones, pero esa es una trampa
del enemigo para mantenernos atrapadas y no poder experimentar la libertad que
Jesús pagó por nuestro rescate.
No esperes sentirte de tal o cual manera para disfrutar
de tu libertad. En la medida que sigas caminando hacia Jesús, creyendo en su
palabra y en su plan para tu vida, esas emociones tóxicas no tendrán más remedio
que sujetarse y debilitarse.
Fortalezcan las manos débiles. Afirmen las rodillas temblorosas, digan a los de corazón temeroso: “Sean fuertes, no tengan miedo. Si, Dios vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos.”
Isaías 35:4-5
Ver Video: (https://youtu.be/2CtSpJlqV1U)
Feliz Semana,
Sandy