Foto: Simone Patrica - Creative Commons |
En cuestión de
sanidad emocional, nada, absolutamente nada, como sabernos amadas por Dios,
dejarnos abrazar por su gracia y aceptar nuestra identidad en Él.
¿Alguna vez te has
sentido ignorada por Dios?
Creo que todas, de
alguna manera, hemos experimentado estaciones en nuestro viaje de sanidad
emocional donde sentimos como si Dios nos puso en “Mute” y se olvidó de nuestra
situación. Nuestras oraciones parecen rebotar y nos sentimos estancadas en el
dolor, a la merced de pensamientos que martillan nuestro corazón y nos hacen
vulnerables a la duda y al temor.
Ese momento donde
a pesar de haber rendido nuestros pedazos a Dios, nuestras emociones siguen
atoradas en el valle de “me siento peor que nunca”, con poca reserva de esperanza,
la fe a punto de un colapso y prácticamente
convencidas de que Dios está cada vez más distante .
Nuestras creencias
erróneas sólo pueden ser destruidas
cuando son expuestas a Su Gracia y a la verdad de Su palabra.
-Joseph Prince
Pero es
precisamente en medio de ese embrollo interno que debemos hacer un Stop y hacernos preguntas claves que afirmen
nuestras creencias y alienten nuestra fe.
Cuestionamientos como:
¿Creo que Dios me
ama de manera incondicional?
¿Creo que en la
cruz Jesús pagó el precio de mi libertad espiritual, física y emocional?
¿Creo que la
palabra de Dios tiene autoridad sobre mis circunstancias?
¿Creo que soy hija
de Dios?
¿Creo que sus
promesas son mi herencia en Él?
¿Creo que la provisión
de Dios es mayor que todas mis necesidades?
¿Creo que su
Gracia—favor inmerecido— es todo lo que necesito?
¿Creo que su poder
se perfecciona en mi debilidad?
Así que ya no eres
esclava sino hija; y como eres hija, Dios te ha hecho también heredera.
Gálatas 4:7 (NVI)
La respuesta
afirmativa a las interrogantes anteriores, independientemente de la demanda insaciable
de nuestros sentimientos, es lo que fortalece nuestra fe, lo que nos permite
entrar en el reposo de Dios y finalmente degustar del cumplimiento de sus
promesas en nuestras vidas.
Amiga, no esperes
el respaldo inmediato de tus emociones, los sentimientos no siempre dicen la
verdad, más bien, pon toda tu confianza en la palabra de Dios y eventualmente
tus sentimientos se alinearán a tu decisión.
… imiten a quienes
por su fe y paciencia heredan las promesas.
Hebreos 6:12
Si nos llevamos de
nuestros sentimientos y nuestro estado de ánimo difícilmente logremos algo que
valga la pena, así que cuando sientas que la recuperación duele más que la
herida misma, no te quedes callada, confiesa la palabra de Dios sobre tu situación
aunque no veas cambios inmediatos , porque Dios no cambia de opinión,
no es vulnerable y siempre cumple lo que promete.
Así que podemos
decir con toda confianza y autoridad:
Dios me ama de
manera incondicional
Soy libre
espiritual, física y emocionalmente. Jesús pagó el precio de mi libertad.
La palabra de Dios
tiene autoridad sobre mis circunstancias.
No soy esclava,
soy hija de Dios y por ende heredera de sus promesas.
La provisión de
Dios es mayor que mi necesidad.
Su poder se
perfecciona en mi debilidad.
Mi necesidad me califica para su favor, mi
carencia para su sobreabundancia.
Y me ha dicho:
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí
el poder de Cristo.
2Corintios 12:9
(RVR)
Recuerda: tus
sentimientos no tienen la última palabra—Dios la tiene— y recibir su amor es el
factor determinante en tu sanidad emocional.
Ver Video: https://youtu.be/m-eLxibV9QM
¡Feliz Semana!
Sandy