sábado, marzo 05, 2016

ESTA ES MI CONFESIÓN










Fe es la manera de decirle a Dios, “aunque no entienda ni me guste, al final todo saldrá mucho mejor que mis sueños y anhelos más absurdos e irracionales”.







Lejos de la perfección, de circunstancias deseadas, de emociones correctas; justo cuando estoy a punto de darme por vencida, de pensar que mis oraciones no han sido escuchadas, por creer que estás enojado conmigo o simplemente no creerme merecedora de tu misericordia, interrumpes mi silencio y me dices lleno de amor y autoridad, “Emmanuel”.

No puedo negarte que esperaba un dialogo más elocuente, pero volviste a decirlo, “Emmanuel”; lo repetiste una y otra vez hasta que me quedé dormida en tu regazo. Por primera vez mi corazón degustó la exquisitez de la paz que solo se encuentra en tu presencia.

Emmanuel—Dios conmigo—. O sea, me ha tomado años digerir tal declaración y creo que me tomará toda la vida entender que el mismo Dios, autor de la creación, el que violó todas las reglas naturales y abrió el Mar Rojo para que su pueblo camine en libertad, vio mi condición y no me rechazó. Me abrazó con su gracia—favor inmerecido— y me vistió de justicia.



Jesús se especializa en ver lo mejor de nosotras en nuestro peor momento.



Tu mirada alumbró los rincones más oscuros de mi corazón, con paciencia y afirmación le diste sentido a mi dolor, valentía a mis miedos, seguridad a mis pasos, propósito a mi vida y paz a mi corazón.

Ha sido un largo viaje y aún nos falta un largo trecho, pero en cada parte del proceso he visto cómo te alegras y celebras mis avances imperfectos. Quitaste de mi agenda el apuro de llegar y me enseñaste a disfrutar las cosas simples en el camino hacia mi libertad y total restauración.

Dios conmigo en mis imperfecciones,

Dios conmigo en mis luchas cotidianas,

Dios conmigo haciendo ríos en el desierto,

Dios conmigo bailando sobre las olas de la adversidad,

Dios conmigo escuchando mis sueños y anhelos locos,

Dios conmigo susurrándome al oído mi belleza e identidad,



¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!  ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!

-Isaías 60:1



Lejos de la perfección, de circunstancias deseadas, de emociones correctas; justo cuando estoy a punto de darme por vencida, de pensar que mis oraciones no han sido escuchadas, por creer que estás enojado conmigo o simplemente no creerme merecedora de tu misericordia, interrumpes mi silencio y me dices lleno de amor y autoridad, “Emmanuel”.

Esta es mi confesión,


Feliz Semana,

Sandy

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