Mi victoria es
visible a mi espíritu cuando mis expectativas están en Dios, no en mis
experiencias, emociones o circunstancias.
¿Alguna vez te ha
molestado que te digan “no te preocupes, todo va a estar bien”?
No pongo en duda
que estas palabras regularmente son dichas con la mejor intención del mundo,
pero francamente hay momentos que caen como vinagre en la llaga — ¿Cómo que no me preocupe? ¿Cómo voy a estar
tranquila? ¿Cómo sabes que todo va a salir bien? ¿Cómo le traduzco a mis
emociones ese mensaje tan frívolo y superficial cuando mi mundo está de cabeza?
Todos tenían la
cita bíblica perfecta, el ejemplo perfecto, el consejo perfecto, y hasta la
canción perfecta. Por un instante llegué a pensar que tenían el plan de Dios
para mi vida totalmente decodificado. El único problema era que yo estaba más
perdida que el hijo de Lindbergh y nadie parecía entenderlo. Luego comprendí
que era parte del plan—no de ellos, sino de Dios.
En el proceso de
sanidad emocional existen cirugías a corazón abierto que Dios se guarda el
derecho de hacerlas solo.
Y así comenzó mi
viaje, emocionalmente abatida por la duda, el desánimo, la desesperanza y el temor.
Sabía que Jesús me entendía a la perfección, pero Él parecía no hacer nada para
mejorar la revolución que pasaba en mi interior…bueno, por lo menos así me
sentía en ese momento—como siempre, mis sentimientos en vía contraria a la
realidad.
Poco a poco fue
ganando terreno en mi corazón con su amor, paciencia, ternura, y misericordia. Nunca me exigió ir a
un paso mayor que mi capacidad de recibir su ayuda, al contrario, el único equipaje
que me permitía llevar era el que hacia mi caminar ligero, llenaba de paz mi alma y daba sentido a cada
pisada, principalmente en frente de mis gigantes.
Pongan todas sus
preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.
-1 Pedro 5:7 (NTV)
No es que haya
llegado, pero no estoy donde estaba. He aprendido que mi victoria no es un
evento ni una experiencia de un día, sino un viaje lleno de aventuras y nuevos
retos que se despliega a medida que le
permito a Dios abrazar los rincones más vulnerables de mi alma con su abundante
Gracia—Amor y Favor incondicional de
Dios que sale a mi rescate en mi momento
de mayor necesidad cuando menos la merezco.
He aprendido que
de la mano de Jesús el desierto tiene su encanto, el desánimo es una
oportunidad para vestirme de sus promesas, el miedo se transforma en un león de
papel frente a su amor, y mi tierra prometida es cada vez más visible y
palpable, porque mi enfoque está en Jesús y su habilidad—lo imposible es su
especialidad y amarme es su pasión.
Dios tiene una
manera peculiar de reciclar nuestros momentos más amargos y transformarlos en
testimonio de su gracia.
No sé en qué parte
del viaje te encuentras hoy, pero de una cosa estoy segura: mientras más rápido
sueltes el equipaje de tu corazón, dándole acceso a Jesús a las heridas más
profundas de tu alma, en esa misma medida recibirás el alivio de la libertad
que solo Él puede darte.
No te preocupes,
todo va a estar bien. Jesús está contigo.
¡Feliz Semana!
Sandy