sábado, agosto 26, 2017

SALVAVIDA DE ESPERANZA PARA CORAZONES DESESPERADOS



Mientras más rápido le creas a Dios, más rápido entrarás en su reposo.


Al anochecer decidieron cruzar el Mar de Galilea. Todo iba sobre ruedas —tranquilo, relajado y sin ninguna novedad —. Como en aquella época no había iphone, Facebook ni Instagram, supongo que unos optaron por echar una siesta, mientras otros le hacían compañía al capitán para que se mantuviera alerta durante el trayecto.

Pero a mitad de camino la historia hizo un giro inesperado, de esos que encajan a la perfección con el dicho: "La vida te puede cambiar en un instante", lo cual es fantástico cuando te ganas la lotería, pero cuando sientes que tu vida corre peligro, no es nada divertido.

Así que sorpresivamente se desató una tormenta con vientos huracanados y mientras trataban de sobrevivir al siniestro, vieron a Jesús caminando sobre las aguas en su dirección. 

Envueltos en terror y con sus corazones palpitando a mil por hora, escucharon su dulce voz decirles: “No tengan miedo, que soy yo”.


Justo en el momento cuando te sientes cansada, abrumada y decidida a enganchar la toalla, calificas para un milagro de Dios.

 


Debemos abrazar la verdad de que nuestra insuficiencia es suficiente en las manos de Dios, y mientras más rápido lo creamos, más rápido entraremos en su reposo.

En medio de tu momento más oscuro, donde sientes que Dios se ha olvidado de ti, donde piensas que todo está perdido, donde tus temores han tomado el control de tus pensamientos y emociones, justo ahí llega Jesús para anunciar esperanza y salvación.

Hace su entrada triunfal con su sonrisa de misericordia y sus palabras rebosantes de gracia y afirmación. Te dice:

No tengas miedo, que soy yo quien está contigo.

No tengas miedo, que soy yo quien levanta tu cabeza.

No tengas miedo, que soy yo quien suple todas tus necesidades.

No tengas miedo, que soy yo quien espanta todos tus temores.

No tengas miedo, que soy yo quien cumple los anhelos de tu corazón.

No tengas miedo, que soy yo quien hace prosperar tu camino.

No tengas miedo, que soy yo quien remueve las personas que intentan hacerte daño.

No tengas miedo, que soy yo quien te devuelve belleza en lugar de cenizas.


Entonces lo recibieron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino! 

– Juan 6:21 

 


Podemos llorar en la tormenta; desesperarnos en la tormenta; ponernos ansiosas en la tormenta; esperar lo peor en la tormenta, o secarnos las lágrimas, poner nuestra mirada en Jesús y recibirlo a bordo de nuestra situación, para llegar con paso firme a nuestro destino —victoriosas, llenas de fe, esperanza, crecimiento y nuevos comienzos—.

Disfrutarán de una doble honra en lugar de vergüenza y deshonra. – Isaías 61:7 


Amor y Gracia,

Sandy

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