sábado, septiembre 02, 2017

DEFINIDAS POR SU AMOR


Amarte a ti misma comienza en creer, vivir, abrazar y celebrar la opinión que Dios tiene de ti.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación a corazón abierto contigo misma?

Muchas veces se nos hace más fácil hablar con una amiga y buscar un consejo, pero rara vez hacemos una cita con nosotras mismas para confrontar a la luz de la opinión de Dios las heridas que llevamos en nuestro interior.

Obviamente, hay tiempo de hablar con una amiga y desahogarnos; hay tiempo de vivir duelos saludables y cerrar capítulos; hay tiempo de esperar con paciencia y buena actitud mientras las aguas vuelven a su lugar, pero también hay un tiempo clave en la vida de cada una de nosotras donde debemos secarnos las lágrimas, pararnos firmes en la Palabra de Dios y silenciar todas las demás distracciones para así poder escuchar Su voz de afirmación, de amor,  de protección y  de esperanza.


Nuestra arma más poderosa se encuentra en saber que somos amadas por Jesús y ser receptivas a su amor incondicional por nosotras.


Nuestra mente no necesita mucho esfuerzo para distraerse con nuestros sentimientos y estacionarse en la carretera de la negatividad con las cuatro gomas desinfladas. En mi opinión, es el camino más transitado y la manera más fácil de enganchar la toalla.

Pero en medio de ese caos interno y ese lleva y trae de razonamientos, se cuela la dulce voz de Jesús recordándote que eres Su hija y Él tu padre. Que Él te ama, te escucha, te entiende, te restaura, te restituye, y transforma tu tristeza en crecimiento, carácter y alegría.

¿No lo escuchas? Si cambias de enfoque y anclas tu corazón en Su Palabra, verás un rostro sonriente, unas manos extendidas y un derroche de aliento y esperanza especialmente para ti:

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!  ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!


Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios.


Convertiré el valle de la Aflicción en una puerta de esperanza.


Mis heridas son ventanas donde fluye la gracia de Dios. Él promete darme belleza en lugar de cenizas y bendición en lugar de luto.


Amiga, cuando finalmente recibes y aceptas tu posición como hija de Dios, no hay obstáculo, oposición, ni circunstancia que pueda mantenerte estancada.

Recuerda, tus sentimientos no te definen; tus circunstancias no te definen; la opinión de los demás no te definen. La única persona autorizada para definirte es Dios, y Él dice que vales mucho y que eres muy especial.

¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan.

Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. 


– Lamentaciones 3:22-23


Amor y Gracia,

Sandy