Nuestros
momentos más bajos son la plataforma usada por Dios para recordarnos que los
milagros sí existen, y que para él no hay nada imposible.
¿Cómo visualizas
la victoria?
Bueno, lo normal
es una experiencia de aplausos, celebración, lágrimas de felicidad, música,
brindis y la sensación de que estás en la cúspide de la bolita del mundo.
Algo que vemos
mucho en fotos inspiracionales, es a una mujer vestida de guerrera, con botas,
espada ceñida a la cintura, con mirada firme, dispuesta a llevarse por delante
cualquier obstáculo que obstruya su camino.
Y aunque esas
imágenes despiertan nuestra fuerza interna y el anhelo de algún día
encontrarnos en esa posición, lo cierto es, que la verdadera victoria muchas
veces no se perfila en ese marco.
Ser valiente no
significa dejar de sentir temor. Ser fuerte no anula la vulnerabilidad de
nuestras emociones, ni la necesidad de llorar hasta que la nariz se nos ponga
como Rodolfo, el reno, y los ojos como semáforos en rojo.
Nuestro corazón
puede estar confiado en Dios, al mismo tiempo que nuestras rodillas tiemblan,
la voz se quebranta y el corazón quiere salir del pecho. La escritora, Joyce
Meyer, lo armoniza de la siguiente manera: Valentía es el miedo que oró y
decidió seguir adelante a pesar de todo.
Es posible ser valiente, fuerte, vulnerable y sensible —todo al mismo tiempo.
David derrotó a
Goliat consciente de que Dios era más fuerte que sus limitaciones humanas.
La mujer encontrada
en adulterio, fue abrazada por la gracia de Dios en su momento más bajo.
María, a pesar
de su pasado y de los comentarios denigrantes de sus críticos, experimentó
verdadera libertada a los pies de Jesús. Aunque muchos pensaban que estaba
haciendo el ridículo, la gloria de Dios marcaba un antes y un después en ella.
En gratitud ungió los pies de Jesús con sus lágrimas y los secó con su pelo.
Existen dos tipos de victoria: la que todos ven y aplauden, y la que se logra internamente, en la privacidad de nuestro día a día a los pies de Jesús.
No tiene que dejar
de dolernos para confirmar que Dios está obrando a nuestro favor. Es más, me
atrevo a decir con certeza, que muchas veces duele más el proceso de
recuperación, que la herida misma.
Amiga, cuanto te
sientas en tu momento más bajo y pienses que Dios te ha dado la espalda, calla
las voces en tu interior y presta un poquito de atención, escucharás la suave
voz de Jesús recordándote que los milagros sí existen y que para él no hay nada
imposible.
Pero él me dijo:
“Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”.
– 2 Corintios
12:9
¡Hay belleza en
tu fragilidad!
Amor y gracia
Sandy