viernes, mayo 31, 2019

¡FLORECE!


Si Dios lo dice, cree que lo hará—en tu vida, contigo, en ti, y por encima de las circunstancias que te rodean—. Porque Dios es Dios.




¡Sin transición no hay transformación!

Existe un tiempo de espera entre el momento que decidimos alinearnos en la dirección de las promesas de Dios, y su cumplimiento en nuestras vidas. Algo así como una estación de espera donde muchas veces sentimos que no está pasando nada, que Dios se ha olvidado de nosotras y que nos quedamos estancadas en un callejón sin salida.

El tiempo de espera no significa que Dios se ha olvidado de la promesa, sino que me está preparando para ella.

Los procesos de transición son el gimnasio de nuestra fe. Es el lugar donde recibimos revelación fresca, donde somos plantadas en su gracia y regadas con el poder de su amor.

Amiga, Jesús no murió en la cruz para que estés ansiosa, deprimida, temerosa, avergonzada y ahogada en la duda. ¡No! Jesús murió para vestirte de dignidad, gracia y justicia. Así que límpiate esas lágrimas y decide validar la opinión de Dios por encima de las demás que compiten en tu cabeza.


“Cuando entiendes el amor de Dios por ti, es fácil confiar en Él”. 

– Gregory Dickow



Confiar en Dios es celebrar la promesa antes de que esta se haga realidad.

Como la novia que espera con maripositas traviesas en el estómago el día de lucir su atuendo, así mismo espera el cumplimiento de las promesas de Dios en tu vida.

Como el agricultor que siembra su semilla con la seguridad de una siega próspera y abundante… ¡Florece!

“Más bien, sin dudar ni un instante sigan el ejemplo de los que confían en Dios, porque así recibirán lo que Dios les ha prometido”. – Hebreos 6:12b (TLA)

Amor y gracia,

Sandy