Detrás de cada mujer valiente y determinada existen circunstancias y heridas que intentaron destruirla, pero, sobre todo, una historia de Gracia que la hizo renacer.
Hay belleza en
los lugares rotos de tu corazón. Hay belleza en tu imperfección.
Jesús usa
vasijas rotas, no como su última opción, sino como su primera. Mira belleza en
nuestra disfuncionalidad, porque a través de ella nos abraza con su gracia, nos
revela nuestro valor y nos corona de belleza y dignidad.
Dicho en sus propias palabras: “Yo vine a
invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen
buenos”.
Eso no quiere
decir que vamos a vivir sin medir las consecuencias para así experimentar su favor.
No, de ninguna manera. Pero, Dios conociendo nuestras limitaciones humanas creó
un plan de salvación muchísimo antes de que nuestra falta de sabiduría nos
hiciera tomar decisiones pobres y dolorosas.
Su plan es tan
perfecto que Jesús decidió venir al mundo a través de un árbol genealógico de
personas imperfectas, con pasado vergonzoso, para identificarse con nuestra
carencia y fragilidad.
“Los héroes en las parábolas de Jesús son los últimos, los perdidos y los más pequeños”.
-Joseph Prince
Me parece fascinante
pensar que cuando Jesús dijo que no vino a buscar a los que se creen justos,
era invitado de honor en un banquete lleno de pecadores con reputación
cuestionable.
Sin embargo, su
comentario no fue dirigido a ellos, sino a los líderes religiosos de la época, quienes,
cegados por su justicia propia y orgullo, perdieron la oportunidad de sentarse
a la mesa con el Hijo de Dios.
Amiga, no tengas
miedo de compartir los rinconcitos dolorosos y vergonzosos de tu corazón con Jesús.
Nuestra transparencia y fragilidad nos posicionan para su toque milagroso.
Mientras la
perfección hace alarde de sus logros y autosuficiencia, la gracia florece a
través de la experiencia del fracaso, de nuestra imposibilidad de ayudarnos a
nosotras mismas, de nuestra total dependencia en nuestro Salvador.
¡Cada lágrima es
tomada en cuenta!
La gracia rompe
con todos los protocolos sociales, y nos sorprende en el pozo de nuestra
miseria con palabras de perdón, sanidad, restauración y nuevos comienzos.
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el tiempo del favor del Señor».
– Lucas 4:18-19 (NTV)
Amor y Gracia
Sandy