viernes, febrero 12, 2021

LOS OJOS DEL ALMA

 

La verdadera plenitud no es una vida carente de luchas y lágrimas, sino la valentía de un corazón humilde que se atreve a rendir sus desiertos a Jesús, y es acogido bajo el brazo protector de su gracia.

 


 

Cuando te sientes estancada en la vida.

Cuando sientes que nadie aprecia lo que haces.

Cuando eres todo para los que te rodean, pero no parece ser recíproco.

Corre a sus brazos, cuéntale tus dilemas. Llora si es necesario y no te disculpes por ello.


Cuando las preocupaciones de mañana te roban la alegría de hoy.

Cuando tus sueños parecen haber perdido la brújula y comienzas a dudar de su validez.

Cuando tus pensamientos parecen mercado y tus emociones se niegan a cooperar.

Quédate quieta. Suelta todo a sus pies; descansa tu mente y corazón en la seguridad de su abrazo.

Escucha los latidos de su corazón; no hacen falta palabras. El poder sanador de su amor espanta tus miedos, restaura los callejones dolorosos de tu corazón.


Cuando la desesperanza te arropa y sientes deseos de llorar.

Cuando las dudas llueven sobre tu cabeza y parece que Dios te ha olvidado.

Cuando la confianza te abandona y la imposibilidad se ríe en tu cara.

Cierra tus ojos físicos, abre los de tu interior. Si prestas atención, entenderás que no estás sola. Nunca lo has estado. Jesús está contigo.

¿Lo ves? Te regala su mejor sonrisa, seca con sus manos las lágrimas que cubren tus mejillas. Te mira fijamente, y te dice:


“No temas. Yo estoy aquí contigo. Yo te ayudo”.


Su amor espanta tus temores.

Su amor eleva tu perspectiva.

Su amor recicla tus heridas más profundas y las transforma en testimonio de su gracia

Su amor opera milagros.

Su amor te bendice de manera abundante en medio de la imposibilidad humana.


¿Lo ves? Recibe su favor con humildad y gratitud, principalmente, cuanto creas no merecerlo.


Si le das la bienvenida al silencio y prestas un poquito de atención, lograrás ver lo que solo es visible a través de los ojos en nuestro interior.


“Clamé: «¡Me resbalo!», pero tu amor inagotable, oh Señor, me sostuvo. Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría”.

– Salmo 94: 18-19 (NTV)


Amor y Gracia,


Sandy


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