viernes, abril 16, 2021

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Mi vulnerabilidad es una expresión genuina de mi fortaleza.

 

 

¿Qué pasa cuando mis emociones hablan más fuerte que las promesas de Dios?

Cuando me comparo con las imágenes que por años he archivado en mi subconsciente de cómo debe lucir una guerrera, no tengo más remedio que desanimarme, suspirar y echarme a llorar.

Regularmente están en la cúspide de la montaña en posición de ataque, seguras de sí mismas, con una falda de cuero ceñida a su figura, el pelo perfecto, botas y una espada más grande y afilada que cuchillo de carnicero.

Se me olvida que posiblemente esas fotos son tomadas el día de la graduación, ya que existe un proceso de transición entre el día que recibimos la promesa y el día que experimentamos su cumplimiento en nuestras vidas. No porque no nos pertenezca, sino porque necesitamos crecer a la altura de esta.

No creas que te digo esto a la ligera, como si no supiera de nuditos en la garganta, de lágrimas que parecen quemar las mejillas y el desasosiego que se siente pensar que quizás Dios está enojado conmigo y prefiera bendecir a alguien más espiritual y obediente que yo.

Y aunque esta es una mentira kilométrica, nos cruza por la mente. con el único propósito de alterar nuestro enfoque y debilitar nuestros pasos de fe.

Sin embargo, no estamos solas, Jesús nos lleva en sus brazos.

 Entiende nuestros sentimientos, nuestras debilidades y nos invita a estacionar nuestros pensamientos en la seguridad de su fidelidad y en la autoridad de su soberanía.

Su fidelidad habla de su carácter, de su imposibilidad de mentir. Así que podemos aferrarnos a la esperanza y construir nuestras vidas en la estabilidad de sus promesas.

Su soberanía habla de su autoridad sobre todas las cosas. Nos exhorta a meditar en la verdad de su palabra, no en el dolor de nuestra experiencia.

Nos invita a descansar en el hecho de que todo está en sus manos, incluyendo “eso” que nos roba el sueño.

Amiga, el tiempo de espera no significa que Dios se ha olvidado de la promesa, sino que te está preparando para ella. Descansa en su amor, en su fidelidad y en su soberanía.

“Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros”. – Hebreos 6:18 (NTV)


Amor y Gracia,

Sandy


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