Es de sabios respetar el agotamiento físico; es permitido no estar disponible todo el tiempo.
Sin lugar a duda,
hay días adobados con estrés y desgaste emocional…
Esos que nos hacen sentir que la vida es como una
caminadora de hacer ejercicios —en constante movimiento, pero sin llegar a
ningún lugar.
Andamos en piloto automático, con una discrepancia
interna, como si algunas piezas estuvieran fuera de lugar.
Nos sentimos malhumoradas, irritadas, y lo peor del
caso es que no tenemos una razón concreta —simplemente nos sentimos “blah”.
Por experiencia, creo que muchas veces llegamos a ese punto de ebullición, por una o por todas las siguientes posibilidades:
- Nuestros pensamientos están estacionados en lugares incorrectos.
A veces andamos buscándole la quinta pata al gato, razonando
y dibujando el peor escenario posible, en vez de tener una conversación orgánica
con Jesús e intercambiar nuestras preocupaciones por su comprensión, fidelidad
y cuidado.
- Ausencia de límites saludables.
Con frecuencia nos comprometemos más de lo que debemos,
y terminamos drenadas.
Cuánto nos cuesta decir “no”, pero el “sí” lo tenemos
en la punta de la lengua, sale sin pensarlo mucho ¡qué cosa!
Nos hace bien hacer las paces con la idea de no estar
disponibles todo el tiempo. Así
abrimos espacio en nuestra agenda para las cosas que realmente importan.
Una agenda bien administrada abre paso a la calma, a la creatividad y por supuesto, a la productividad.
- Carencia de descanso
Cultivemos el arte de no hacer nada. De tomar una
siesta, tirarnos en el sofá a ver esos dibujos animados que nos conectan con
lindos recuerdos de infancia, tomarnos un café o dos sin apuro, contemplar
nuestras plantas, escuchar música, no sé, cualquier actividad que invite a
honrar el descanso.
Los días
complicados son parte de la vida, pero vale la pena recordar que. tenemos el timón
de la calidad de pensamientos que permitimos aterrizar, tenemos el control de
nuestra agenda y de nuestro tiempo de descanso. Como leí el otro día por ahí: puedo
con todo, pero no con todo a la vez.
Jesús sonríe cuando
honramos el descanso.
“En la
tranquilidad y en la confianza está su fortaleza”. – Isaías 30:15 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy