Habla con Jesús, desahógate con Jesús, cuéntale a Jesús, llora con Jesús, espera en Jesús, descansa en Jesús.
Para esos días que tus miedos y dudas intentan ahogar tu fe…
Jesús, gracias
por escucharme con amor y paciencia.
Sabes
perfectamente como me siento. Mi corazón es un libro abierto en tus manos, no
hay nada oculto en mí, lo sabes todo.
Te ofrendo esta
vulnerabilidad asfixiante que me impide descansar en las promesas que me has
dado como herencia.
Afina mi oído para distinguir tu voz sobre todas las demás que compiten en mi interior. Enséñame a cultivar el silencio, a disfrutar la riqueza de tu compañía.
Abrázame con tu favor, calma la furia de mis pensamientos con la veracidad y autonomía de tu Palabra. Espanta mis miedos con tu amor.
Acurrúcame en tu
pecho, y si lloro, apriétame un poquito más. Susurra palabras de sanidad y
afirmación; abre mi espíritu a tus posibilidades.
Jesús, decido
creerte a ti, aunque mis emociones insistan en caminar en dirección contraria a
mi fe. Tu Palabra prevalece, así que, construyo mi vida, mis planes y los
sueños que me has dado, en la seguridad de tus promesas.
Gracias por
entenderme, por sostenerme, por no compararme con otros ni exigirme más de lo
que humanamente puedo hacer.
Gracias por
fortalecer mi fe, por coronarme de perseverancia cuando siento que he tocado
fondo.
Te ofrendo mi
vulnerabilidad y descanso en la esperanza que me brinda tu fidelidad.
Gracias Jesús.
¡Amén!
“Por lo tanto,
los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados
aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable
para el alma”. – Hebreos 6:18-19 (NTV)
Amor y gracia
Sandy