“Recuerda, te has criticado a ti misma por años y no ha funcionado. Intenta aprobarte a ti misma y mira lo que pasa”. - Louise L. Hay
¿Por qué somos tan duras con nosotras mismas? ¿por qué entretenemos
conversaciones en nuestro interior que sabotean nuestro amor propio?
Desde que abrimos los ojos en la mañana se activa una cantaleta —una voz crítica, cruel y exigente que expresa sin timidez su inconformidad. Un susurro obstinado que nos recuerda nuestras limitaciones, problemas y metidas de pata. En ocasiones, se presenta con ayuda visual, pintando el peor escenario, el peor desenlace; usando un tono desmoralizador para despertar sentimientos de culpa y vergüenza.
Sin embargo, nos hace bien recordar que, no somos victimas de todo
lo que vuela sobre nuestra cabeza. Tenemos poder de elección. Podemos cambiar de
paisaje.
Cada instante, con cada respiración, con cada latido de nuestro corazón, se
renueva la invitación a rendir muestra alma a la dulce y amorosa voz de nuestro
creador. Voz que conforta, sana y enriquece cada rinconcito de nuestro ser, principalmente
ahí donde duele y somos más vulnerables.
Afirmaciones de amor que nos visten de gracia, reposo y dirección. Invitándonos a sembrar el poder de nuestras palabras en el jardín de sus promesas, a regarlas con
fe, mientras pintamos el lienzo de nuestra imaginación con sus infinitas
posibilidades.
Recibe con gratitud el amor incondicional de Dios, sin cuestionamientos ni
falsa humildad. Con brazos abiertos, sonriente, rebosante de esperanza. Como
niña mimada en el abrazo seguro de su padre.
Háblate con cariño, de la misma manera que tratas a tu mejor amiga cuando llega llorando, vestida de ansiedad y desesperanza —la escuchas con detenimiento, validas sus sentimientos, secas sus lágrimas. Entre kleenex y palabras de afirmación le recuerdas sus fortalezas; con compasión le presentas una perspectiva donde puede anclar su alma.
¡Háblate como si fueras
tu mejor amiga!
Ten paciencia contigo.
Piensa cosas lindas sobre ti.
No te exijas más de la cuenta.
Cree que lo estás haciendo mejor cada día.
Quiérete mucho.
¡Riégate con compasión!
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Amor y gracia,
Sandy