A unas cuadras de mi casa hay un terreno que está habilitado para la siembra de girasoles. Cuando llega la época de la floración aquel lugar se convierte en la atracción de todos los que pasan; muchas personas se detienen a tirarse fotos o simplemente a admirar el destello de belleza. La verdad que vale la pena contemplarlas, es un paisaje que nos hace decir: wow.. digno de una postal.
Si el terreno estuviera sembrado de malezas y yerba mala el impacto fuera totalmente lo opuesto. ¿A quién le gusta admirar una postal con un matorral descuidado?
Cada vez que eres amable, misericordiosa, positiva, paciente, aún tu mundo esté de cabeza, estás sembrando una semilla en tierra fértil que dará un buen fruto a su tiempo.
¿De qué te vale ser simpática y amable con las personas que te tratan bien?...... Así cualquiera.
Lo duro del caso es saludar al compañero de trabajo que llega a la oficina con cara de “Cólico”, desearle feliz día a la vecina cuando antes de saludarte te manda a buen lugar porque a tu perrito le dio deseos de hacer “Número Dos” en el frente de su casa, evitar decir una grosería cuando en tu familia todos tienen una opinión y no te dan espacio para organizar tus pensamientos, cuando tus hijos en vez de hacerte la vida más placentera te la convierten en yogurt.
La vida es una hermosa academia llena de grandes obstáculos que cuando son conquistados en amor, nos hace el camino más ligero y logramos como recompensa la verdadera felicidad.
Vive de tal manera que los demás se sientan atraídos por las flores que adornan tu interior, no que te huyan para evitar que tu mala yerba corrompa su jardín.
No te canses de hacer el bien, de cubrir la falta de tu hermano, de perdonar, de tolerar, de asumir responsabilidad por tus errores, de amar, de reír, de caminar en fe, de iluminar tu entorno con una sonrisa, de vivir. Cuando actúas de esta manera estás agradando a Dios y esparces semillas de bien que al germinar adornaran el jardín de tu corazón, causando admiración e impacto en la vida de aquellos que te rodean
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