viernes, mayo 08, 2015

TÉ DE VALERIANA PARA LAS MONTAÑAS RUSAS DE LA VIDA



Foto: Thomas Lleser - Creative Commons








Mientras más rápido le creas a Dios, más rápido entrarás en su reposo.








 


No importa si usas iPhone, Samsung Galaxy o Backberry. Si te gusta el café con leche o prefieres un espresso. Si te pasas hilo dental antes de irte a dormir o te haces la loca y lo dejas pasar. Si te gusta o no la canción “Uptown Funk” de Bruno Mars. Si te rasuras o te depilas. Si consideras que WhatsApp es más chévere que Facebook o no… lo cierto es, que estás en una montaña rusa, acabas de salir de una montaña rusa o vas a entrar a una.

Nos cuesta buñuelos entender, que el camino de la vida es  el gimnasio de nuestra fe—mientras más la ejercitemos más desarrollaremos  músculos de  constancia, fortaleza, propósito significado y felicidad— y eso se logra, a medida que aprendemos a soltar y a descansar en el amor y en la gracia de Dios —preocupandonos menos y confiando más.


La vida es como una montaña rusa. Puedes vivir en ansiedad y temor cada vez que vayas en bajada o abrir tus brazos y disfrutar el viaje, porque sabes que quien va a tu lado es soberano sobre todas las cosas. 

 

 


Si te has montado en uno de esos aparatos, sabes muy bien que en algunas curvas sientes el corazón en la boca, y las extremidades como maracas. Lo mismo pasa cuando nos enfrentamos con situaciones que sacuden nuestra estabilidad y nos ahogan en el mar de la vulnerabilidad. Pero cuando invitamos a Jesús a bordo, hasta lo que fue planeado para nuestra destrucción sirve de plataforma para promovernos de un nivel de crecimiento a otro.

En medio del caos y del estrés, cuando todo parece estar patas arriba, cuando  nuestras emociones insisten en bailar zumba y las voces internas compiten por nuestra atención, Dios nos urge a que entremos en su reposo—soltando la carga, descansando en su regazo y recibiendo su favor. 


Debido a que el Señor soberano me ayuda, no seré avergonzada.


-Isaías 50:7 (NTV)



Amiga, Dios quiere pelear tus batallas, quiere abrir puertas a tu favor, quiere hacerte protagonista de su amor y bondad, lo único que requiere de ti es que creas y recibas.
Él no necesita nuestro estrés, nuestros razonamientos, nuestras preocupaciones, nuestros miedos,  ni nuestra conmiseración. 


Mi necesidad me cualifica para recibir su toque divino.



No importa si prefieres agua o limonada. Pan blanco o integral. Retro o vintage. Té de tilo o de valeriana… para las montañas rusas de la vida, lo único que necesitamos es a Jesús a bordo.

 En su reposo vemos la manifestación de lo imposible y la exposición de lo invisible. Él puede hace muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir. (Ver Efesios 3:20)


¡Levanta los brazos y disfruta el viaje! ¡Jesús está a bordo!


Feliz Semana,

Sandy

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