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Foto: Thomas Lleser - Creative Commons |
Mientras más rápido le creas a Dios, más rápido
entrarás en su reposo.
No importa si usas iPhone, Samsung Galaxy o
Backberry. Si te gusta el café con leche o prefieres un espresso. Si te pasas
hilo dental antes de irte a dormir o te haces la loca y lo dejas pasar. Si te
gusta o no la canción “Uptown Funk” de Bruno Mars. Si te rasuras o te depilas.
Si consideras que WhatsApp es más chévere que Facebook o no… lo cierto es, que
estás en una montaña rusa, acabas de salir de una montaña rusa o vas a entrar a
una.
Nos cuesta buñuelos entender, que el camino de la
vida es el gimnasio de nuestra fe—mientras más la ejercitemos más
desarrollaremos músculos de constancia, fortaleza, propósito significado
y felicidad— y eso se logra, a medida que aprendemos a soltar y a descansar en
el amor y en la gracia de Dios —preocupandonos menos y confiando más.
La vida es como una montaña rusa. Puedes vivir en ansiedad y temor cada vez que vayas en bajada o abrir tus brazos y disfrutar el viaje, porque sabes que quien va a tu lado es soberano sobre todas las cosas.
Si te has montado en uno de esos aparatos, sabes muy
bien que en algunas curvas sientes el corazón en la boca, y las extremidades
como maracas. Lo mismo pasa cuando nos enfrentamos con situaciones que sacuden
nuestra estabilidad y nos ahogan en el mar de la vulnerabilidad. Pero cuando
invitamos a Jesús a bordo, hasta lo que fue planeado para nuestra destrucción
sirve de plataforma para promovernos de un nivel de crecimiento a otro.
En medio del caos y del estrés, cuando todo parece
estar patas arriba, cuando nuestras
emociones insisten en bailar zumba y las voces internas compiten por nuestra
atención, Dios nos urge a que entremos en su reposo—soltando la carga, descansando en su regazo y
recibiendo su favor.
Debido a que el Señor soberano me ayuda, no seré avergonzada.
-Isaías 50:7 (NTV)
Amiga, Dios quiere pelear tus batallas, quiere abrir
puertas a tu favor, quiere hacerte protagonista de su amor y bondad, lo único
que requiere de ti es que creas y recibas.
Él no necesita nuestro estrés, nuestros
razonamientos, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, ni nuestra conmiseración.
Mi necesidad me cualifica para recibir su toque divino.
No importa si prefieres agua o limonada. Pan blanco
o integral. Retro o vintage. Té de tilo o de valeriana… para las montañas
rusas de la vida, lo único que necesitamos es a Jesús a bordo.
En su reposo vemos la manifestación de lo imposible y la exposición de lo invisible. Él puede hace muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir. (Ver Efesios 3:20)
¡Levanta los brazos y disfruta el viaje! ¡Jesús está a bordo!
Feliz Semana,
Sandy
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