viernes, noviembre 20, 2015

CUANDO LA RECUPERACIÓN DUELE MÁS QUE LA HERIDA



Crédito: Simone Patricia - Creative Commons




En cuestión de sanidad emocional, nada, absolutamente nada, como sabernos amadas por Dios, dejarnos abrazar por su gracia y aceptar nuestra identidad en Él.






 

¿Alguna vez te has sentido ignorada por Dios?

Creo que todas de alguna manera hemos experimentado estaciones en nuestro viaje de sanidad emocional, donde sentimos como si Dios nos puso en “Mute” y se olvidó de nuestra situación. Nuestras oraciones parecen rebotar y nos  sentimos estancadas en el dolor, a la merced de pensamientos que martillan nuestro corazón y nos hacen vulnerables a la duda y al temor.

Ese momento donde a pesar de haber rendido nuestros pedazos a Dios, nuestras emociones siguen atoradas en el valle de “me siento peor que nunca”, con poca reserva de esperanza, la fe a punto de un colapso y  prácticamente convencidas de que Dios está cada vez más distante.


Nuestras creencias erróneas  sólo pueden ser destruidas cuando son expuestas a Su Gracia y a la verdad de Su palabra.


 

-Joseph Prince


Pero es precisamente en medio de ese embrollo interno que debemos  hacer un Stop y hacernos preguntas claves que afirmen nuestras creencias y alumbren nuestra fe.
Cuestionamientos como:

¿Creo que Dios me ama de manera incondicional?

¿Creo que en la cruz Jesús pagó el precio de mi libertad espiritual, física y emocional?

 ¿Creo que la palabra de Dios tiene autoridad sobre mis circunstancias?

¿Creo que soy hija de Dios?

¿Creo que sus promesas son mi herencia en Él?

¿Creo que la provisión de Dios es mayor que todas mis necesidades?

¿Creo que su Gracia—favor inmerecido— es todo lo que necesito?

¿Creo que su poder se perfecciona en mi debilidad?


Así que ya no eres esclava sino hija; y como eres hija, Dios te ha hecho también heredera.


 

Gálatas 4:7 (NVI)

 


La respuesta afirmativa a las interrogantes anteriores, independientemente de la demanda insaciable de nuestros sentimientos, es lo que fortalece nuestra fe, lo que nos permite entrar en el reposo de Dios y finalmente degustar del cumplimiento de sus promesas en nuestras vidas.

Amiga, no esperes el respaldo inmediato de tus emociones, los sentimientos no siempre dicen la verdad, más bien, pon toda tu confianza en la palabra de Dios y eventualmente tus sentimientos se alinearán a tu decisión.


… imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.


 

Hebreos 6:12



Si nos llevamos de nuestros sentimientos y nuestro estado de ánimo difícilmente logremos algo que valga la pena. Así que cuando sientas que la recuperación duele más que la herida misma, no te quedes callada, confiesa la palabra de Dios sobre tu situación aunque no veas cambios inmediatos, porque Dios no cambia de opinión, no es vulnerable y siempre cumple lo que promete.


Podemos decir con toda confianza y autoridad:

Dios me ama de manera incondicional.

Soy libre espiritual, física y emocionalmente. Jesús pagó el precio de mi libertad.

La palabra de Dios tiene autoridad sobre mis circunstancias.

No soy esclava, soy hija de Dios y por ende heredera de sus promesas.

La provisión de Dios es mayor que mi necesidad.

Su poder se perfecciona en mi debilidad.

Mi  necesidad me califica para su favor, mi carencia para su sobreabundancia.


Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


 

2 Corintios 12:9 (RVR)



Recuerda: tus sentimientos no tienen la última palabra—Dios la tiene— y recibir su amor es el factor determinante en tu sanidad emocional.



Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor —.

Jeremías 30:17(NVI)

 


¡Feliz Semana!

Sandy