Fe es creer;
creer es confiar; confiar es soltar; soltar es descansar; descansar me hace
feliz y la felicidad es un regalo de Dios.
Este día es un
regalo de Dios, diseñado especialmente para ti con el pincel de Su amor. Sus
misericordias salen a tu encuentro y te abrazan, recordándote lo valiosa y
amada que eres.
Sus promesas
marchan alegremente a tu alrededor anticipando lluvia de esperanza, ríos en
tierra árida, caminos a través del desierto. Gritan con voz firme y poderosa: ¡Para
Dios no hay nada imposible! Él va delante de ti como poderoso gigante; no
temas, confía, sigue adelante, lo mejor está por llegar.
Rinde tu mente y
tu corazón a las dulces notas de aprobación que emanan de Su trono de gracia —No
tengas miedo, yo te he liberado, te he llamado por tu nombre y tú me
perteneces… porque te amo y eres ante mis ojos preciosa y digna de honra— te dice una y otra vez, hasta calmar tu ansiedad
y arrullarte tiernamente entre sus brazos.
Aunque te sientas sola, no lo estás. Tus oraciones son escuchadas, tus lágrimas son tomadas en cuenta.
Desconéctate de
todo aquello que te roba la paz, y saborea lentamente el néctar de Su Palabra.
Disfruta del gozo y la tranquilidad que ellas te ofrecen. Son terreno seguro
donde puedes construir tu vida, soñar en grande y esperar siempre el mejor
resultado, aún en las peores circunstancias de tu vida, porque Dios tiene una
manera peculiar de reciclar nuestras derrotas y transformarlas en milagros y
nuevos comienzos
¡Vamos! ¡Avanza!
No te quedes estancada en ese dolor, en ese error, en esa herida, en ese
resentimiento que te roba el gozo de hoy. No te quedes estática frente al
problema que te agobia.
Mira a la Cruz y
acepta lo que Jesús ha hecho por ti. Él quiere que estés consciente de Su
fidelidad, que reposes tu alma—mente, voluntad, emociones— en la seguridad de
Su amor, no en tus carencias ni en la vulnerabilidad de tus emociones.
Enfócate en Jesús, habla con Jesús, desahógate con Jesús, cuéntale a Jesús, explícale a Jesús, llora con Jesús, espera en Jesús y verás como todo comienza a florecer.
Jesús te invita
a soñar despierta, a llenarte de esperanza, a tomar posesión de Sus promesas, a
recibir Su abrazo y a caminar en victoria.
Me sacó de la
fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me
plantó en terreno firme. Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de
alabanza a nuestro Dios. – Salmo 40:2-3
Amor y Gracia,
Sandy