Detrás de la belleza de una mujer que ha sabido llevar con dignidad sus cicatrices, existen eventos que quisieron aplastarla, pero, sobre todo, una historia de gracia que transformó en belleza sus cenizas.
Desde antes de
nacer me amaste, desde el vientre de mi madre me aprobaste. Me hiciste a la
medida perfecta de la vida que diseñaste para mí. Y aunque no siempre estuve
consciente de ello, puedo mirar el recorrido y suspirar. La realización de tu
presencia en mi vida me roba una sonrisa.
Siempre has
estado conmigo.
Desde antes de
nacer me conociste, desde el vientre de mi madre tatuaste tu propósito en mí.
Me creí dueña de mi vida tomando decisiones sin darte participación, no porque
no eras importante, sino porque te creí distante y malhumorado, sin embargo, el
bien y la misericordia que me prometiste siempre me han acompañado, especialmente
cuando escondo mi rostro de ti.
Siempre has
estado conmigo.
Desde antes de
nacer sabías de mis culpas y fracasos. Desde el vientre de mi madre tu gracia
bordó en el lienzo de tu corazón mi rescate. Me diste belleza en lugar de
cenizas, traje de fiesta en lugar de espíritu de desaliento; abriste un camino
en el desierto para mí y me cubriste con la bandera de tu amor.
Siempre has
estado conmigo.
Me parece
fascinante el árbol familiar que diseñaste para ti mismo, entre ellos, vasijas
rotas con historias de fracaso, dolor y vergüenza. Siendo Dios, elegiste lo
débil y despreciado a los ojos humanos para identificarte con los capítulos de
mi vida que prefiero leer en voz baja.
Jesús conmigo cuando
me siento ansiosa.
Jesús conmigo cuando
estoy alegre.
Jesús conmigo cuando
quiero enganchar la toalla.
Jesús conmigo cuando
mis lágrimas se expresan sin timidez.
Jesús conmigo cuando todo marcha sobre ruedas.
¡Sanando!
¡Restaurando! ¡Restituyendo!
Amiga, no
importa la situación que estás enfrentando, puedes descansar en la verdad de
que Jesús está contigo.
Puedes
platicarle sobre tus bendiciones, tus alegrías y los pedazos rotos de tu
historia. En su presencia tus carencias son suplidas con su sobreabundancia.
Atrévete a creer
y a crecer a través de esta verdad transformadora.
“No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa”. – Isaías 41:10 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy